viernes, 20 de mayo de 2016

Amigas de Gimnasio

Un cuento de marcelalita
-------------------------
El nuevo año y mis nuevas obligaciones laborales me obligaron a cambiar mi horario habitual de gimnasio. El nuevo grupo era de gente mayor de cuarenta años, que normalmente compartía una o dos clases por semana que terminaban pasadas las nueve de la noche.

Una de ellas era una mujer mayor, de cerca de sesenta años, con la cual coincidimos muchas veces en charlas intrascendentes antes de la clase, o en el vestuario en las duchas, no pocas veces mientras secábamos nuestros cuerpos desnudos seguíamos conversando.

Su metro sesenta y cinco de altura en un cuerpo proporcionado, sin cicatrices ni marcas de sol en un físico bronceado me llevó a preguntarle si tomaba sol en una cama solar, me sorprendió su repuesta _tomo sol desnuda.

De depilaba vagina mis ojos se posaban en ella cuando la jabonosa agua de la ducha se escurría entre sus piernas, en mis nocturnas fantasías la imaginaba tomando sol en traje de eva mientras mis manos buscaban el autoplacer en mi vagina.

Las frecuentes charlas hicieron que intimáramos en nuestras charlas, ambas divorciadas, yo sin hijos, ella con hijos y nietos, ambas viviendo solas, yo de la edad de una hija. Luego de la clase íbamos a la misma parada de bus y ambas tomábamos diferentes recorridos.

Nuestras charlas crecían en intensidad y pasamos revista a toda nuestras vidas, lo sexual lo tocamos tangencialmente siempre. Le pregunté por su nudismo y me dijo que era familiar, en su casa, con sus hijos, que había frecuentado playas nudistas de Uruguay con su exesposo.

Imaginarla desnuda junto a sus hijos me excitaba, es más los conocí a todos, cuatro, un día que coincidimos de casualidad en un restaurante.

Me intrigaba mucho saber de ella, y me daba cuanta que una corriente de simpatía y algo más pasaba entre nosotras dos. Yo soy bisexual pero no se lo dije entonces, y sin duda su imagen me excitaba cada día más. Pero ella con hijos y nietos seguro no sería bisexual, era lo que imaginaba.

Mis fines de semana pasaban en blanco, sin pareja estable, con amigas casadas o en pareja me era difícil encontrar alguien o algunos con quién compartir mi ocio.

Un viernes ella me pregunta que hacía el fin de semana, sin programa le dije que nada y me invitó a su casa el día siguiente.

La primavera de Buenos Aires nos hacía presumir de una jornada agradable de sol, la mañana del sábado trabajé en mi negocio y de ahí me fui a la casa de mi amiga cercana a mi negocio.

En ojotas de cuero con un solero toqué a la puerta de su casa, ella me abrió me sonrió y ví que estaba descalza cubierta con un pareo nada más, que insinuaba su desnudo cuerpo debajo del mismo.

En un patio interno pleno de sol había una reposera y la mesa lista para un frugal almuerzo. Fui al baño y al regresar la veo a ella desnuda en la mesa y con una sonrisa me invita a que me siente a la vez que me pregunta si le molestaba que este ella desnuda, ya acostumbrada a verla asi no me molestó.

Me dijo ponete todo lo cómoda que quieras, yo había hecho nudismo pero esto era nuevo para mi, me ofreció una bikini y me la puse. La charla de la sobre mesa siguió en las reposeras, ella desnuda y yo en toples.

Las dos una al lado de la otra dejamos que nuestros cuerpos se relajen y un sopor me invadió, el sudor me dejaba oler muy salvajemente, fui a la ducha que tenía en el patio y me remojé sacándome la tanga en medio de un aplauso de mi amiga, que a la vez me sonreía.

Refrescada me senté al lado de ella ambas con un cigarrillo en nuestras bocas, su pie empezó a buscar los mios, en un momento el roce se transformó en un suave masaje, simplemente no sabía que hacer, pero su mirada buscaba la mia. Con la escusa que le repusiera bronceador me pidió que se lo colocara en su espalda y aprovechó para tomar mis manos y retenerlas.

Es que esta mujer madre y abuela de sesenta años me buscaba?

Me tendí en una toalla en el suelo boca abajo mientras ella salía del patio un momento, me adormecí y me desperté sintiendo que sus manos masajeaban mi espalda y mi cuello, ella desnuda sentada sobre mi cola, a su vez la movía haciéndome sentir la calidez de su región anal.

En un momento sus dos manos fueron a mi cabeza, tomó mis pelos, los acarició, mi temperatura sexual aumentaba, de mi vagina surgía un oloroso ya abundante flujo, entonces me susurró al oído_querés conocer el resto de mi casa?

Si le contesté.

Me ayudó a levantarme y ambas desnudas de pie en medio del patio nos dimos profundos besos, mientras nuestras manos buscaban la vagina de la otra.

En un momento me tomó de la mano y la seguí a su dormitorio, velas prendidas, incienso prendido daban al lugar un ambiente propicio para tener sexo.

Yo podría decirse que no había tenido intimidad con una mujer.

Cuando quise decir algo con su dedo índice en su boca me dejó en silencio.

Parada desnuda dejé que sus labios recorrieran todo mi cuerpo, como mujer, y nadie mejor que otra mujer sabe los puntos erógenos de la otra y sentí placeres que nunca había sentido.

Ya en la cama se puso a mi lado y su boca besó mis dedos de los pies uno a uno a lo que le sumó suaves mordisqueos, el olor de mi vagina era muy evidente y sin decirme nada sus labios se posaron en ella en una posición tal que ambas terminamos besándonos mutuamente nuestra zona vaginal.

Una extraña sensación me empezó a recorrer el cuerpo como si el orgasmo que se preanunciaba comenzara en mis pies, cuando ella empezó a dar alaridos de placer a la vez de gemir, dejando caer unas gotas de orina en mi cara, el demorado flujo de ella empezó a surgir a borbotones y mi cara se llenó de ella en el momento que alcancé el orgasmo.

Ambas teníamos nuestros cuerpos brillosos por nuestros abundantes flujos, olorosos y salvajes, ya tranquilas nos confundimos en un abrazo y nos quedamos dormidas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario