lunes, 16 de mayo de 2016

La Tia Adolescente.

Un Cuento de eskirol
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Empezaré por decirles que esto ocurrió hace muchos años, ella era una adolescente que cursaba el 1er año de secundaria, y yo era más joven que ella. Rosa era una chava que viajó desde su casa al sur de mi país a la capital para estudiar y trabajar, aunque después todo indicaba que era "incorregible" y por ello la mandaron con mis abuelos. En fin poco a poco se volvió una ayuda para los abuelos y mis tías, así que ellos dedicaban más tiempo a sí mismos, y encargaban mis cuidados a Rosita.
Nuestros ratos juntos pasaban entre juegos de niños, escondidillas, la pelota y hacer quehaceres de la casa juntos. Cosas bobas y llenas de ingenuidad. Pero el cuerpo de Rosita estaba cambiando y yo estaba como espectador. Un día en la mañana se fueron todos a atender a un familiar enfermo, caras largas y preocupación era lo que desayunamos ese día mi tía Rosita y yo. Al rato yo subí a las recámaras del primer piso a jugar con la pelota, me dio necesidad de ir al baño y entonces me encontré con una escena muy rara para mí. 
Rosa no había cerrado la puerta del baño y yo entre de manera desvergonzada a ver qué pasaba. 
-Rosita ¿porque no haces pipí con tu tilín?
Ella con una mirada de vergüenza e ingenuidad, se llevó la mano a la vagina para cubrirse y secarse la orina. Se subió las bragas y la falda. Me llevo al cuarto más cercano al baño y me comenzó a explicar muy al modo de una adolescente pero con la firmeza de un adulto. 
-Mira, los niños y las niñas somos muy diferentes, allí abajo, tú tienes tilín y yo tengo panochita. Tú utilizas tu tilín como una manguerita para hacer pipí, y yo me tengo que sentar porque no tengo manguerita, tengo un hoyito para hacer pis.
Mas confundido que nunca, ella observó que no entendía nada, así que me bajó el short y mis calzoncillos; --Mira tú tienes tilín, y tu tilín está formado por los huevitos (tocándome las bolas) y por tu tilín (agarrando mi pene calvo y arrugado), cuando seas grande y tu tilín se ponga duro tus huevitos van a producir un líquido blanco como la leche;
En plena explicación se escucharon ruidos, era mi abuelo y mi abuela llegando en el coche. La explicación se había acabado. Rapidísimo me coloco la ropa en su lugar, y como si nada había pasado. Por la noche me dirigió la mirada como nunca lo había hecho, me llamo y me dijo. 
-¿Quieres que te acabe de explicar lo de la mañana? 
Dije que sí. 
-Entonces vente a dormir conmigo. 
Convencí a la abuela y a mi madre de dormir con Rosita. Total que podría pasar. Nos metimos a la cama, otra de mis tías Laura, platicaba cosas de vestidos y asuntos de la escuela con Rosita mi otra tía, yo aburridísimo, me dormí. Todo salió perfecto, las sospechas las acabo Rosa, me acomodaron en la cama y me abrigaron, Rosa me miró y yo me hice al dormido, entonces dejo solo la luz de la lámpara; yo escuchaba como se quitaba la ropa, por fin se metió a la cama conmigo, me comenzó a desvestir, y entonces se detuvo abruptamente; mi pene estaba erecto, escuche una risa mustia y pícara. Le sorprendió que estuviera fingiendo tan bien. Me acerco a su lado dejando mi erección entre los dos, me dijo. 
-Ya despierta, mira o ¿no quieres saber más? 
Pele los ojos y allí estaba frente a mi desnuda en cuclillas mostrándome su panochita apenas velluda, enrojecida; se llevó los dedos a su vulva y la abrió diciendo. 
-Esta es mi panochita, y cuando tu tilín se pone duro debe ir aquí adentro de mí. 
-Pero ¿y cómo haces pipi? por aquí (señalando su meato).
Entonces se recostó, y apagó la luz. Me quedé muy caliente, y comenzó de manera natural a tocarme, mi pene estaba erecto como nunca. Ella se acercó a mi oído y me dijo. 
-Te voy a enseñar a hacer algo para que cuando tu tilín se vuelva a poner duro, lo hagas sentir bien. 
Tomo mi pene y comenzó a bajar y subir de manera delicada pero firme mi pellejin, duro un rato, se detuvo y prendió la luz otra vez. 
-Ahora quiero ver como lo haces, para ver si aprendiste bien.
Inicie la práctica, mi pene estaba duro, brillante y mis huevos duros y lisos, entonces empecé a sentir muy rico al hacerlo, comenzó a salir un líquido transparente y pegajoso de mi pene. 
-¿Ese es el líquido que me dijiste me saldría?
- No, no lo es, ese líquido salió porque a tu tilín le gusto lo que hicimos con él. Y te duele porque ya es suficiente por hoy. 
Caí exhausto, ella siguió tocándose, lo deduje por los sonidos y los movimientos de la cama. Pasaron algunos días y no hablamos del tema. Pero mi cuerpo pedía más, así que mientras ella recogía algunas cosas del piso me acerque. 
-¿Puedo tocar tu panochita?
Con esa risa ingenua pero llena de lascivia me dijo que sí, me tomo la mano y bajándose la braga, metió mi mano fría y temblorosa en su cálida y peludita cavidad. Sin saberlo moví los dedos jugando, como haciendo cosquillas, note esa reacción encantadora, su pelvis se contoneaba al ritmo de mis dedos. No me lave la mano en todo el día hasta que en la cena ella noto que me llevaba la mano muy seguido a la nariz. Sin que se dieran cuenta los demás me llevo al baño y me las lavo. A solas me dijo, 
-¿porque hace eso?
- Es que me gusta mucho el olor. 
Se sonrojo. Después de varias semanas y dedeadas. Ya no podía soportar masturbarme yo solo. Hubo fiesta en casa de la abuela y estaba toda la familia, pero me acerque a Rosita, 
-Déjame dormir contigo tía. 
Ya en la cama le dije con lágrimas en los ojos. 
-Tía me dijiste que si mi tilín se ponía duro tenía que ir en tu panochita.
Apago las luces sin decirme nada, me metió a la cama y no hizo nada. La fiesta estaba en todo su escándalo. Por fin ya muy tarde me quede dormido. Se escuchó el silencio en la casa. Entonces sentí como ella salto de la cama y fue hacia la puerta. La abrió despacito, para ver que nadie estuviera despierto. La cerró con cuidado y escuche como se desnudó muy rápido. Brinco otra vez a la cama. Me abrazó y me dijo al oído.
-No hagas ruido. 
Me dejó desnudo, y me acurruco en su pecho, me dio sus tetas las probé con miedo y ternura. Y con sus manos preparo mi pene para cogerme, me zangoloteaba rápido, se ensalivo la mano y me mojo la cabeza, rápido mi verga reaccionó al contacto, entonces me paseo por su pubis velludito, y por fin me llevó a través de ese camino húmedo y cálido lleno de pequeños topes, uno a uno sentí como me metía en Rosita. Me llenó de besos, me tomaba los huevos y los acariciaba, mi pene se sentía genial. De pronto esa sensación otra vez, pero esta vez era diferente, tenía ganas de hacer algo parecido a la pipi. Dispare 6 chorros, de esos, tres los deje dentro de Rosita, al sentirlo me saco de ella rápido. Dejándome ver su vagina chorreando ese líquido. 
-No hagas eso.
Llevándose su braga dentro de su panocha, se me quedo viendo, 
-¿Te gusto?
 No dije nada, pero mi verga le contesto con un sí de arriba abajo. Mi pene no se derrumbó. Era demasiado bueno para dejarlo pasar. Esa sensación de tocar cada uno de esos pequeños topes alargados, cada que hacia el camino hacia su útero es lo más maravilloso que pude grabar en mi mente juvenil.

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