viernes, 29 de abril de 2016

Helena y un morocho de Jamaica

Un cuento de Anitaslut44
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Helena llegó excitadísima una mañana a la oficina. Una de sus amigas viajaba para radicarse en Europa por un año y le dejaba en custodia un departamento, todo amueblado, con grandes comodidades, bien ubicado en el centro de la ciudad. Íbamos a poder encerrarnos allí de vez en cuando, lejos de miradas indiscretas.
La oportunidad de estrenarlo llegó unos pocos días después, cuando Helena me dijo que había invitado a pasar un rato a un compañero del gimnasio, un negro jamaiquino que parecía ser bastante interesante según su descripción. Por supuesto, yo quedaba invitada a presenciar todo lo que le iba a hacer ese personaje y mejor todavía si la ayudaba además…
A la nochecita rumbeamos para el famoso bulín, encontrando que realmente era muy cómodo y acogedor. Apenas nos dedicamos un rato a recorrerlo un poco y nos pusimos a besarnos y acariciarnos, ya que en los últimos días no habíamos tenido la oportunidad de encontrarnos a solas.
El timbre sonó muy puntual, interrumpiendo nuestro placer, pero entonces me encontré con otro, ya que la visión del famoso jamaiquino era verdaderamente un placer para los ojos. No era precisamente fornido, pero sí un hombre elegante, con porte, hermoso por donde se lo mirara, con delicadas facciones a la vez muy varoniles, en fin, un macho de aquéllos !!.
Mi amiga lo presentó como Jerome, quien pareció sorprenderse con mi presencia, ya que seguramente pensó en un buen mano a mano con la atrevida Helenita. Pero enseguida ella le aclaró el tema, explicando que yo solamente observaría la acción. De todas maneras, el tipo me besó en ambas mejillas y sentí entonces que mi concha comenzaba a humedecerse. Ese día me había vestido con una blusa de algodón, pollera larga y amplia, medias negras de nylon y unos atrayentes tacos aguja. Me veía sexy, pero a la vez bastante discreta, si se me comparaba con mi amiga. Podía sentir la humedad que comenzaba a empapar mis medias, ya que por una simple cuestión de comodidad no me había puesto una tanga entre ellas y mi piel.
Helena y el muchachito caribeño no perdieron tiempo en tantos preliminares, luego de besarse apasionadamente comenzaron a desvestirse. El morocho terminó antes y se sentó en la cama, mirándonos a ambas para ver nuestra reacción frente a lo que veíamos. Tenía algo interesante entre las piernas, no demasiado gruesa, sino un poco larga y ya parecía bastante dura. Se recostó sonriendo y esperó. Helena me animó a acercarme, algo que no me costó tanto trabajo, así que llegué al borde de la cama y tomé esa poderosa verga con mis dos manos. Jerome sonrió, preguntando en su media lengua de spanglish si me gustaba su tremenda cosa. Le dije que solamente utilizaría mis manos y después mi amiga disfrutaría de esa pija al máximo. Comencé a sobarla todo lo que pude con mis dos manos, con amplios y suaves movimientos, comprobando que se iba poniendo cada vez más grande y dura.
Cuando estuvo casi petrificada sentí que debía hacer algo más, así que frente a la sorpresa de Helena, que me quería solamente como voyeur, me quité la falda con un movimiento rápido, mostrándole al morocho todo el esplendor de mi culo apenas cubierto por las medias negras. Jerome murmuró algo ininteligible y se preparó para lo mejor. Subí a la cama y me senté en cuclillas dándole la espalda, para darle una mejor visión de mi cola. Apoyé sobre esa hermosa verga dura mis labios vaginales, que a esta altura ya estaban bastante lubricados con mis propios fluidos y comencé a frotarme contra ella, sintiendo cómo mi concha empezaba a arder y a mojarse más.
Helena no lo podía creer, era la primera vez que me veía tan caliente con otro hombre que no fuera mi adorado Victor. No quiso interrumpirme la inspiración, así que se sentó en un gran sillón, abrió sus hermosas piernas ampliamente y comenzó a meterse varios de sus delicados dedos en esa preciosa concha que tanto me gusta, mientras me observaba con una mirada plena de deseo. Yo mientras había perdido noción del tiempo, sentía esa poderosa pija cada vez más dura sobre mis ahora inflamados labios vaginales y realmente no sabía cómo terminaría la cosa.
En un momento sentí las fuertes manos de Jerome que me sostenían con firmeza por las caderas, haciéndome balacear al ritmo que él me imponía. De repente sentí que me alzaba un poco y entonces oí un ruido de tela desgarrada. El atrevido había roto mis medias con sus dedos y ahora se preparaba para aprovechar la humedad de mi conchita y llenarla con su gran herramienta. No podía casi reaccionar, sentí que ese enorme glande comenzaba a abrirse paso entre mis labios mayores, penetrando entre ellos y dilatándolos sin piedad, la sensación era increíble, pero algo dentro de mí luchaba por evitarlo y permitirlo al mismo tiempo.
Ya casi tenía la mitad de esa tremenda poronga adentro de mi cuerpo, cuando Helena vino en mi auxilio, acercándose y sacando con sus manos esa dura cosa de mi concha
“Te traje para que me cogieras a mí. Anita solamente va a mirarnos…”
Muy agradecida por su intervención me bajé de la cama, mientras Jerome fruncía los labios y me tiraba un beso. Me senté en el sillón, sintiendo el calorcito que había dejado Helena y me dispuse a sacarme la calentura con mis dedos, mientras los observaba a ellos.
Mi amiga se puso en cuatro patas a espaldas del negro y le suplicó que la cogiera bien fuerte. No importaban los gritos, quería sentir esa enorme verga dentro de su cuerpo, se iba a entregar completa para que el tipo hiciera lo que quisiera con ella.
Jerome no perdió el tiempo, se arrodilló detrás de ese hermoso y firme culo, hundiéndose dentro de ella en una larga embestida. Helena ni siquiera pudo gritar, abrió la boca al máximo sin emitir sonidos, me miró excitadísima y luego se dejó caer cubriendo su bello rostro entre las sábanas. El morocho mientras esperó unos segundos hasta que su verga se adaptó a esa delicada conchita y luego comenzó a moverse hacia adelante y atrás, bombeándola cada vez con más ganas. Ella gemía y jadeaba. Yo sabía que tanta brutalidad le estaba provocando dolor, pero era lo que ella quería. Eso me calentaba muchísimo. Los movimientos de Jerome eran muy sensuales, mi concha ardía mientras pensaba en lo bueno que sería tomar el lugar de Helena y hacerme coger así con esa fuerza incontrolable. El tipo seguía como si nada, la tomaba fuertemente a mi amiga por las caderas y se zambullía de lleno contra esa hermosa cola, bombeando sin parar.
Helena acabó tres veces seguidas, pidiendo a gritos siempre más y más, lo insultaba en inglés gritándole que la cogiera más fuerte todavía. El negro le daba con todo y ni siquiera transpiraba. Luego del tercer orgasmo de ella, por fin aplacó un poco sus rápidos movimientos y se relajó, arqueando la espalda para acabar llenándole la concha a Helena con su leche. Finalmente se salió de ella, dejándola caer hacia adelante, completamente abatida. Me acerqué a acariciarla, comprobando que su concha estaba más dilatada que nunca, dejando salir semen a borbotones, los labios totalmente hinchados y muy abiertos. Le acaricié la cola y ella ronroneó agradecida.
“Me mató este turro con esa verga, pero todavía sigo caliente, ahora cuando se vaya nos dedicamos un poco a nosotras”
Tenía ganas de decirle que yo también me había quedado con ganas de que me cogiera alguien así, pero luego me imaginé a Victor y se me llenó el corazón de amor pensando en él y en los cuernos que siempre a último momento evitaba a toda costa.
Jerome se fue pensando que iba a repetir su hazaña alguna vez, incluso habrá creído que la próxima podría tal vez convencerme de probar toda su hermosa verga… una nunca sabe…

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